Una sede que yace sobre sedimentos montañosos. Un golf negro descuidado; sillas de camping con reposavasos; guitarra, y algunas ramas sobre vidrios golpeadas, componen el germen del cual emerge una ácida frecuencia que podría, como reza Larsen, haber “nacido de la pota de un punk”, si no fuera porque nunca obtuvimos tal reconocimiento.
Mediocres y conformistas. Con premeditación, pero sin ínfulas. Hastiados o, mejor dicho, sepultados por el torrente diario de neologismo y posicionamiento precoz e irreflexivo. Ante esta tesitura, optamos por la huida. Da igual, nunca nos preocupó en exceso nuestra credibilidad.
El objetivo primordial es cuestión de salud: evitar una proliferación tumoral a causa de tragar y
tragar. Preferimos vomitar la rabia inducida. Vomitar por vomitar. Punk por punk. Sin instancia o cita previa, y bajo el lema: Zurzan que os/No me dejaron ser punk Hemos tocado en sitios como Sala REM (en dos ocasiones, bajo el festival Microsonidos y por el Desencuentro Enemigo), en la Sala Mamba y en la Garaje Beat Club (Creamucia 2023) o en la Yesería.
Dos EPs a las espaldas nos avalan, Zurzan que os/No me dejaron ser punk y Joven Futura.
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